Intensa y rítmica Senegal, mi experiencia como joven voluntaria de la Junta de Castilla y León

27 mar '14

Comentarios: 4

Intensa y rítmica Senegal, mi experiencia como joven voluntaria de la Junta de Castilla y León

En idioma wolof existe una palabra para llamar a las habichuelas, NIEBE. Este nombre ha marcado mi estancia por varias razones; la primera es porque me abría las puertas a una sonrisa. Lo que en un principio suponía un nombre complicado de pronunciar se volvía una imagen graciosa al ver a esta pequeña chica como una judía, en cuanto les decía que mi nombre es como NIEBE pero con “v” y no con “b” ¡pasaban en seguida a verme como un alimento! La segunda es porque en mi barrio inicial el segundo apodo que me pusieron fue “la habichuela mágica que persigue a los pájaros”, y todo por intentar fotografiar los hermosos pájaros que veía constantemente. Por último me comparaban con las tres clases de judías, negra, roja y blanca, y me decían “eres más blanca que la blanca”.

En este momento saltaba a mi mente mi primer y continuado apodo: TOUBAC, como cualquier otra extranjera blanca que pise suelo senegalés. Este es un apodo que nunca cambia. Encontrarte con el mismo miedo al extranjero que he visto aquí y en otros muchos países, me chocó enormemente viniendo de quienes siempre he considerado poseen una mente más abierta y más solidaria; quienes cruzan el mar buscando un futuro mejor y se encuentran con ese mismo miedo pero proveniente de otras gentes.

Ahora me pregunto si es condición humana crear clases, clanes y grupos que anulen nuestra identidad personal pero que nos aporten seguridad y estabilidad frente a “los otros” con una identidad grupal. Siempre había pensado que se trataba de una cuestión de educación en muchos sentidos, desde la escuela hasta la familia, hasta la educación que llamo viajera. Porque viajar te cura los miedos y los prejuicios, te descubre a ti misma frente a la inmensidad, pero también te abre los ojos a otras muchas cosas, a nuevos retos.

Las diferencias culturales y de hábitos han marcado también un antes y un después desde mi viaje. Dentro de mi barrio una chica de unos trece años de edad, que recibía clases de español en la escuela, me pidió que la ayudase con el idioma y la recomendase lecturas. Se las dividí por complejidad y por niveles, esperando que comenzase por las más cercanas a su nivel de conocimiento. Pasada algo más de una semana me dijo “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”, una frase de Julio Cortázar que según el listado que la entregué hubiera leído el año que viene o el siguiente. No tardó en decirme, en castellano, al ver mi cara de asombro “leo lo más difícil y como lo entiendo los demás libros son más fáciles”.

Desmitifiquemos a África como un continente homogéneo, sin diferencias, puesto que no es así. Cada país, cada región, cada pueblo, cada etnia, cada lengua, todo, es diferente entre sí, a veces no tienen nada que ver y todo en común. La GRAN FAMILIA AFRICANA….En sí una forma de explicar que casi todos y todas están emparentados y que pertenecen a la tierra africana, lo que conlleva de forma implícita pensar en poligamia y divorcios. En historias familiares de disputas que nunca me hubiera imaginado de no haber vivido en Senegal, ni su gran hospitalidad y aferro a la vida familiar.

Como tampoco hubiera escuchado la llamada del tam-tam. Música por todas partes, MÚSICA Y OLORES. Es algo que me impresionó nada más aterrizar y me siguió asombrando todo mi viaje. Bailan en la calle, en la playa, en las discotecas, en las casas, en las bodas, en las oficinas. Tienen ritmo y les gusta disfrutar de los sonidos que emiten sus instrumentos musicales tradicionales como son la kora, el balafón, el Xalam, el Djembe, los Cas-cas, y otros. Discotecas hay y muchas más de las que hubiera imaginado, lugares donde olvidar el obligado tapado de las piernas y el recato impuesto del día a día. Eso sí, se perfuman de manera coqueta tanto hombres como mujeres evitando el olor de la acumulación de basuras y otra clase de olores a evitar.

Calor; calor y mucha humedad en la época en la que he estado. Grandes tormentas que abarcan toda la inmensidad de la planicie de Senegal descargando unos rayos que iluminan los baobabs y las ceibas en plena noche. Ni estas tormentas asustan a los mosquitos que parecen no terminar nunca de picarte, ni de día ni de noche. Si paseas por la selva podrás ver serpientes, pájaros de todos los colores, insectos de todo tipo, al lado de las aguas cocodrilos y enormes caracoles. No todo es planicie, unas hermosas cascadas y pueblos recónditos se esconden en la región suroriental anclados en un tiempo muy lejano, como asombrando al viajero. Contrasta con la sabana del norte donde los atardeceres se convierten en los más bellos que, hasta el momento, he podido disfrutar.

Día a día tuve la oportunidad de compartir trabajo y experiencias con Silvia, Marie Pierre, Moudou, Alifal, Aissatou, Safi, Mariama, Tièdo, Monde y Abdoul. Los trabajadores de las organizaciones contrapartes de Cives Mundi en Senegal, que con el paso de los días se convirtieron en personas importantes para mí. Con su trabajo promueven el DESARROLLO DE LA REGIÓN DE LA CASAMANCE, menos desarrollada que el resto del país debido al conflicto del que aún persisten resquicios y al aislamiento al que se ve sometido. Género, paz, energía, agricultura, con enfoque de derechos y género en las fases del ciclo de proyecto.

Las COMUNIDADES BENEFICIARIAS son otro mundo aparte. Con unas reglas y jerarquías difíciles de comprender para alguien que no haya crecido en ellas. Qué gran diferencia de una región a otra y entre cada pueblo. Y que ganas y fuerza tienen las personas para salir hacia delante, para conseguir un desarrollo que les permita vivir dignamente. Esa dignidad se ve afectada por la forma y las condiciones de vida. A cada visita a las comunidades que he hecho me he sorprendido con los acontecimientos; por ejemplo, en una nos reciben con un espectáculo de baile en el que terminamos participando, y en otra descubro lo que es un golpe de calor o la importancia que tiene una máquina del proyecto para las mujeres de una comunidad, ayudando a mejorar su calidad de vida.

“Más formación”, “Más proyectos en esta región”, “Otra máquina”, “Buscar una solución al agua potable”, etc., son algunas de las frases que he recogido sobre las peticiones de la población beneficiaria. Son quienes reflejan sus necesidades y carencias a la hora de diseñar los proyectos, su voz es la que cuenta para su propio desarrollo y empoderamiento.

Por otro lado te das cuenta de cómo los medios y formas de vida condicionan la salud, la educación, las posibilidades y oportunidades de las personas; de la importancia que va a tener en tu vida el lugar donde nazcas.

Te encuentras con SABORES AGRIDULCES que nada tienen que ver con la comida. La mutilación genital femenina se practica a más de un 90% de las mujeres y las consecuencias de esta práctica son desastrosas. Me resultó impactante comprobar que son las propias madres las que deciden mutilar a sus hijas contratando a parteras a las que pagan una cantidad por practicar la operación. Mujeres que han sufrido lo mismo y aún así continúan la tradición. Es en algo que toman las decisiones ellas, ya que las decisiones las toma el hombre cabeza de familia dentro del núcleo familiar. Lo que no llegué a saber con certeza es si a puerta cerrada los hombres opinaban de forma diferente a lo que me mostraban, y por ello las mujeres continúan la tradición.

Son ellas las que sufren la violencia familiar de la que apenas se habla y la exclusión en los estudios. No tienen acceso a la herencia ni a la propiedad de la tierra siendo las responsables de los cultivos. Tampoco es sencillo acceder a una buena educación, cuando más si a la hora de elegir entre los hijos e hijas quien estudiará siempre serán los varones.

O en un hospital te puedes encontrar a un padre con su hija enferma de malaria (endémica en África Subsahariana) y decidir no comprar las medicinas que la salvarían. O en otros casos descubrir que las familias entregan a sus hijos al “Marabú” si no tienen medios económicos suficientes para mantenerles. El marabú es el representante del Islam en un determinado lugar y también una especie de mago, que se hace cargo de los niños a los que dará formación religiosa, a cambio de que obtengan comida en un bote vacío y dinero (en caso contrario les puede pegar ese día). Estos niños no van a la escuela, no saben más que el idioma de su etnia y un poco de árabe para poder entender el Corán. En francés se les suele escuchar decir una frase muy común para el extranjero en Senegal: “Donnez-moi de l´argent!” (¡Dame dinero!). Suerte si les ofrece protección y educación; desgracia si les envía en un futuro a las playas para prostituirse. También existe prostitución.

Es llamativa la normalidad con la que se roban entre los miembros de las familias llegando a provocar enfrentamientos. Se pueden robar entre hermanos, al padre, a las primas, o a las personas extranjeras que conviven con las familias aunque sea un corto periodo de tiempo. Otro contraste ya que tienen mucho respeto por las tradiciones y, como ya he dicho, la cultura se vive en el interior de las familias. A su vez esta realidad me chocó teniendo en cuenta que Senegal es un país en general seguro para viajar y en el que los robos con violencia escasean, al menos durante el tiempo que yo estuve.

Vuelvo a la singularidad que define muy bien África Subsahariana y en concreto Senegal: la heterogeneidad. Diferentes etnias, credos, lenguas, formas de vida y pensamiento conviven en un mismo territorio. A veces conviven en paz y otras esas mismas diferencias de pensamiento dan lugar a conflictos, como es el caso de la Casamance. A ello se une la corrupción con la que se tiene que aprender a lidiar día tras día y que complica el desarrollo del país, y los intereses externos y de las etnias dominantes.

Por desgracia la corrupción es un mal global aun más fuerte en esta región. Mismamente atravesar un país que se encuentra en medio de otro (la locura de las fronteras) para llegar a la región norte del primero es un contrasentido. Horas de larga espera te aguardan en Gambia si quieres viajar hacia el norte en un Sept-Place o en un autobús, discutiendo con los oficiales de frontera que intentarán sacarte la mayor cantidad de dinero posible por cruzar el río Gambia. Hay que tener en cuenta que mi “peaje” es más alto, como dije anteriormente soy una toubac, es decir, un saco de dinero andante a ojos de muchas personas incluyendo algunas amistades.

Todo ello después de viajar en un sept-place, vehículo viejísimo marca Renault 405 que transporta a 7 personas más el conductor, animales y cosas, por carreteras que no son ni caminos esquivando agujeros que más bien parecen zanjas de combate. Si no convence la idea  siempre puedes probar la experiencia de los autobuses, que transportan todo lo anterior más el cuádruple de lo recomendado por cualquier sentido común de seguridad. Eso sí, las carreteras son preciosas vías hechas de conchas…

La desigualdad entre la población es gigantesca. Se puede pasear por las calles de Dakar y tener la sensación de estar en cualquier gran ciudad europea, o visitar cualquiera de las ciudades pequeñas o comunidades del resto del país y encontrarte con situaciones de pobreza que hielan la sangre.

Voy a dejar apartadas por un momento las vivencias menos agradables, que son muchas más al igual que las vivencias extraordinarias, y voy a sintetizar lo que considero indispensable y que escasea en Senegal. Para mí existe una gran carencia de formación, de protección jurídica, de entendimiento y respeto común entre diferentes etnias, de acceso al mercado internacional en igualdad de condiciones, de fuerza de trabajo formada, y de compromiso político con el desarrollo del país en base a toda la población y no a los intereses de las élites.

Me queda toda una experiencia y un profundo aprendizaje personal que superó con creces mis expectativas. Para mí, desde el corazón, esta experiencia ha supuesto todo un descubrimiento. Durante toda la estancia interiorizas profundamente las diferencias sociales y culturales pero también lo parecidos/as que somos.

A todo esto, finalmente mi nombre africano es Coumba como la cantante, como aquel restaurante al que iba a comer una deliciosas brochetas de carne. Un nombre con mucha fuerza. O petit haricot para otras personas, un nombre otorgado con mucho cariño.

Y sí, África es tan intensa como los colores que la tiñen y los pueblos que la habitan. Al menos la que yo conozco.

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Comentarios (4)
  1. Susana

    1 abril, 2014 at 18:15

    Gente como Nieves es lo que necesita nuestro país, jóvenes comprometidos, transparentes con energía.

  2. 20 mayo, 2014 at 22:19

    Mi enhorabuena un increible texto. Muchos
    saludos.

  3. Pepa Santandreu

    19 junio, 2014 at 8:13

    Yo también estuve como voluntaria en Casamance y lo que más me sorprendió fue la abrumadora presión sobre las mujeres blancas para que “se hagan cargo” de un senegalés al que han de mantener a cambio de sus servicios sexuales, de los que están muy orgullosos, al mismo tiempo que desprecian a los hombres blancos llamándoles cosas que significan “blanco-marica” y “blanco pene pequeño” si bien ese desprecio no es mayor que el desprecio a las mujeres blancas de las que viven, a las que consideran algo así como putas locas que en vez de cobrar pagan. No eran pocas las “voluntarias” que tenían el turismo sexual como la principal o una parte importante de su viaje (es decir, hacer uso de la enormemente extendida prostitución masculina). En mi vida he conocido algo tan despreciable y repugnante. En cuanto a los proyectos, en su mayor parte sólo sirven para mantener parásitos y perjudicar la economía de los lugares donde se aplican.

    • mon

      23 octubre, 2014 at 11:27

      bueno , a mi tampoco me gusta ,pero los prefiero alli que no muriendo en pateras y las blancas ,supongo que ya les va bien .
      verguenza y repugnacia es , ver como para comer,,, tengas que hacer ciertas cosas,- porque en todas partes del mundo -hay unos parasitos,, que nos gobiernan ,a ,millones de aletargados humanos ,tanto los que comemos como los que no tienen para comer,en cuanto somos muchos y peligra sus riquezas , unas gerras yyyyyy y las masas controladas, por otro periodo de tiempo , ,.eso si , gracias alas policias ,ejercitos , corruptos que siendo babosas tienen el sustento asegurado , supongo que no todos son corruptos ,pero por desgracia en todas partes cuecen habas,-

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